En épocas que los mimados de la crítica literaria y los músicos “bian” no llenan ni un micro de barrio “disti” ,a este gordito petisón le quedaba chico el Luna Park o el Obras Sanitarias y en Cosquín para verlo tenía que ser a puro codazo. Es que para ser un gran poeta no se precisan estudios terciarios. Tampoco una gran voz para frasear al viento las rimas de la vida muchas veces escritas en algún papel de cortesía. Se precisa nada más ni nada menos que llegar a la gente; ser su voz y tener bruto ángel. También mucho coraje para componer y cantar nada menos que en 1972, el tema que toca de costado el título de esta nota. Los gaitas dirían terribles cojones había que tener para liberar un canto orejano contra los totalitarios de siempre de uno y otro lado; entre la triple A, López Rega , los Monto y demás nenes de pecho. Jorge Cafrune, otro fenómeno del folclore, era gran músico y más “leído” que el gordo. En términos futboleros el barbudo era un diez; así como Alfredo Zitarrosa un nueve todo terreno; un Johan Cruyff de la milonga . Eraclio era como el Tito Goncalvez; un cinco de a pie. De imponente presencia en el escenario y mal que les pese a muchos, un gran poeta popular. Era la voz de la gente; “un gorrión de los humildes” como remite su canto. Su oscilante pensamiento político fue mayormente peronista, definición que para un oriental es como decir un ateo católico manya y bolsilludo. En épocas post Beatles , ya pasando la era Sui Generis, fui a verlo un par de veces de joven sin hacer mucha bulla porque era considerado " terraja " por la intelectualidad. Si le decías a alguna minita “progre” que te gustaba el gordo era como decir que eras un lumpen en términos del Marx menos gracioso, el tal Caritos. Yo que espiaba al petiso de contrabando, puedo afirmar que este cantor llenaba estadios de fútbol y la gente vivía un paroxismo cuando lo escuchaba. Su presentación era una suerte de show de estilo divo rockero, dónde las mujeres gritaban desaforadas y el pobrerío se sentía de parabienes cobijado por su gola. Allí el petiso cantaba, hablaba, filosofaba, opinaba, se reía, se emocionaba, gritaba hasta desaforado con la complicidad de su pueblo; el mismo que lo bancó en las épocas difíciles en sus giras por el interior de Argentina. Alguna vez Bertrand Russell dijo que uno de sus deseos era ser amado por la gente, y este gordo se empachó de cariño a lo largo de toda su carrera. Aclaremos que su auditorio no era gente de traje y gomina; había que ir vestido de pobre para escuchar su poesía sin sobresaltos en la popular. Y como a esta altura de la vida me importa un carajo lo que la cátedra considera “terraja” o “disti”; créanme que este gordito barbudo; cantor de cantores fue enorme en toda su expresión artística. Gracias Horacio Guarany por tu poesía de vida. Ya en esta nueva gira te imagino cantando en algún boliche.
“Soy jinete de la noche
voy galopando hacia el alba.
Ando lejos de mi tierra
por no vender mi guitarra” Y yo te aplaudo de pie … viejo guitarrero. |