LA MAÑANA QUE FUI GARCÍA MÁRQUEZ.

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Siempre especulé sobre lo que pueden sentir los grandes escritores cuando son perseguidos por su público de lobos esteparios. Una manada cada vez más difusa  pues ya ni siquiera todos los  leen.  Hoy día vale más decir;  me saqué una selfie con ese que escribió no recuerdo bien qué libro, a sentir orgullo por conocer sin fisuras  alguna obra de ese autor.

Lo cierto es que la invisibilidad es el enemigo a vencer por todo el que quiere que su obra trascienda. Es un poderoso kraken que con sus tentáculos de  anonimato,  inmoviliza la creación de ciertos seres comunes y silvestres que solo tenemos historias dignas para narrar detrás de la pluma del teclado.

Por ello, el genial Oscar Wilde, en el Retrato de Dorian Gray dibujó con crayolas de eternidad- casi como su personaje- la famosa frase tantas veces plagiada “   “Sólo hay una cosa peor en este mundo que el que hablen de uno, y es que no hablen”  .  Y resulta muy claro que cuando nadie habla de una obra…su destino es  la brisa de la inexistencia.

En el trajín de levantar  el hiyab  del anonimato, cuando daba a conocer mi libro de Cuentos Crónicos, la suerte llamó a mi casa. Gracias a la invitación de un afecto de mi niñez  y adolescencia, que hoy  maneja un multimedio muy importante, fue que  me llamaron para una entrevista en el  canal de Montevideo portal.

Por supuesto, fiel a mi estilo, no tenía ni idea de la repercusión que iba a tener la nota. Menos aún cómo debía ir vestido, o cómo sentarme y todas esas cosas conexas con la imagen que siempre ignoré desde mi analfabetismo de urbanidad. La nota se grabó una tarde,  y yo seguí tan campante cómo si hubiera estado en un boliche contando a unos amigos de qué se trataba el libro que había escrito.

Y luego, como todos los días, me acosté.

La mañana despertó antes que de costumbre. A las siete  del día siguiente al reportaje, mensajes de wasap bombardeaban  mi celular y el de mi familia. Felicitaciones por doquier, maremotos de buenas vibras, ondas de amor y paz... en fin, lo que genera un medio que es leído por miles de personas.  Yo ya imaginaba alguna veterana de mi barrio  diciendo; “Pero éste…qué va a escribir si yo lo conozco desde que era un infanto juvenil y hacía volar los timbres del barrio con bombas brasileras”  más otros  elogios por el estilo, ganados  en buena ley y hasta la eternidad.

Y así fue que la mañana que fui famoso, me paraba la gente en los juzgados  para felicitarme, preguntarme cómo y porqué escribía, además de darme recomendaciones y consejos de cómo debía cerrar mis historias, qué géneros debía transitar, qué  situaciones  tenía que contar y sobre todo  cómo hacerlo.

Es que aunque  ustedes no lo crean  …¡fui García Márquez por cuatro horas! Y desde ese sitial que ocupé sin merecerlo, pude comprender las palabras del escritor Gonzalo  Calcedo; “Pasar desapercibido también tiene sus privilegios".

Pero a fuera de ser sincero, ningún aprendiz de la brujería de las letras descartaría el reconocimiento de la gente, lo que sin duda ,cada agraciado elegiría, es el traje del  cariño popular  que le siente  mejor.